Desde pequeño siempre he sido un adjetivo precedido por un nombre, nombre propio en el mejor de los casos. Cuando nací era Carlos el hijo de Alejandro, cuando empecé a ir al colegio era “el de las gafas” o “el gordo” en el peor de los casos, en el mejor iba precedido de mi nombre, luego fui “el del pelo largo”, “el de la TZR”, “el del Golf”, “el del banco”, “el de la gestora”….. ahora soy también “el facha” con demasiada frecuencia en este maravilloso mundo de las redes , curioso que un nieto de republicanos sea calificado por otros que ni tan siquiera lo conocen como facha, pero si se fijan, a lo largo de la historia, de la mía, cuando eres pequeño los adjetivos suelen ser físicos y con mala leche, luego pasan a ser físicos en función de tu éxito con las mujeres, drogas, fiestas o alcohol, luego en función de tu vida laboral, para pasar en la actualidad a reducirse a “facha” o “rojo”, así hemos evolucionado en este país tan rico en adjetivos y a la vez tan inculto.

Que me llamen facha me es indiferente, es como si me llamasen rubio, alto o el drogas, ni lo soy ni consumo, pero si que refleja en lo que nos hemos convertido, o nos quieren convertir, y sobre eso quiero reflexionar a lo largo de este pequeño articulo.

Empiezo por aseguraros que ni el 3% de los que usan la palabra facha saben a que se refiere el término, de donde proviene, la historia de la falange, del fascismo y que significado tiene el término en sí, si preguntas, facha es ser empresario, o ser trabajador por cuenta ajena y ganar un buen salario, tener un buen coche, vivir en un barrio de clase media o simplemente ir aceptablemente bien vestido, facha es defender tus intereses, facha es defender lo privado, facha es ser libre a la hora de elegir la educación de tu hijo, ser facha es ir a misa, ser católico, defender al rey… en resumen, ser facha es ir en contra de lo que se consideran o son mas del 32% de la población, que vota a partidos de izquierdas, y que la propia izquierda comandada por el facha perfecto, ha sabido traducir en odio y voto. Los aplaudo, Franco, el Rey, los pantanos…. Como a los niños belgas el duque de Lerma, aquí, en pleno S XXI y gracias a que los españoles no leemos ni un libro de media al año, decir que vuelve Franco y fascista en una misma frase, funciona.

En el fondo todo se traduce en frustración y búsquedas de culpables, los jóvenes se pasan la vida buscando culpables, y los no tan jóvenes, buscar soluciones o culparse a uno mismo es demasiado complicado o difícil, mejor buscar cabezas de turco, y esos culpables son la derecha, VOX, el PP, los fascistas, Franco e incluso de seguir así Quevedo o Lope de Vega por nobles. Somos tan simples, o mejor dicho son algunos, una mayoría, tan “sencillos”, que señor con chaqueta dos tallas grande, moño, pendientes y barba de 3 días, es alguien que esta de nuestro lado, y señor con traje de su talla, corbata, afeitado, es el fascistas que va contra nuestros intereses, cuando el primero cobra mas, paga menos impuestos, se aprovecha de su posición y se ríe cada día de sus defensores a ultranza a los que, cual monarca del SXV arenga contra las masas para seguir viviendo como hasta ahora, como un rey. Y ojo, que el segundo, el que se afeita y se compra los trajes de su talla, no es mejor, pero al menos si es mas coherente, eso al menos, hay que admitirlo.

Echo de menos referentes como el rey, educación, saber estar, moderación, principios… podemos poner en duda monarquía o república, como podemos poner en duda ir en pelotas o vestidos por la calle, pero NADIE, puede poner en duda, que frente a una clase política que deja mucho que desear, la monarquía actual, el rey Felipe VI es la única institución que hasta el momento ha demostrado coherencia, igualdad de trato y sobre todo moderación. Referentes, los medios están minando cualquier esfuerzo de cualquier padre, madre o educador por crear referentes, los programas, videos, influencer son personas que se centran en un solo concepto “imagen”, pero no una imagen cualquiera, imagen radical y diametralmente opuesta, imagen donde la clave esta en lo que se ve, no en lo que se es, gritos, insultos, sexo, drogas, deportivos, dialectos propios de las clases mas desfavorecidas, que niños bien, adoptan como lenguaje universal, o en otros casos, jóvenes extremadamente perfectos, con una economía y solvencia propias de las grandes fortunas de la mas rancia burguesía.

Donde está la cultura del esfuerzo, la clase media, el trabajo, la mediocridad bien entendida, la familia, el respeto… donde está el aceptarse como lo que uno es, que lo normal no es ni ir pareciendo un traficante colombiano, ni como un antiguo conde italiano terrateniente en la Toscana. Que no todos tenemos un cuerpo perfecto, ni tenemos que buscar entre 1000 fotos la mejor, que la forma de divertirse no puede ser exponiendo nuestra vida en una aplicación, que es mas importante un abuelo que un influencer, que aprendemos mas de un libro que de un tutorial.

Que Friki, Rojo, Fascista… no son adjetivos que podamos normalizar, que fracasado no es quien trabaja 10 horas al día para vivir en un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad con sus dos hijos y mujer. Que no hay que fotografiar lo que se come, que jugar con la comida es de mala educación, que el dinero no cae del cielo, que no podemos aprovecharnos de los demás, que mi libertad empieza donde acaba la tuya, que decir Te Quiero sin que nadie lo vea y lea, es de “listos”, que declararse a otra persona se debe hacer mirándose a los ojos, que “dejarlo” se debe hacer mirándose a los ojos, que eso es de valientes no de frikis.

Niños, Adolescentes, Jóvenes, Maduros, mi generación creo que es la primera que se ha lobotomizado, olvidado y prestado a ser parte de un juego de tarados. De fotos de mi plato, de la entrada, de un lugar, de un pie o de una mano, de 4 horas de uso del móvil al día, de silencios incomodos solventados con visitas a redes sociales durante horas, frente a un café, en mesa de dos, que siempre fue de uno.

Me rebelo, insisto, quiero cambiar el mundo, quiero ser Don Quijote, luchar contra molinos, en este caso, y para mi desgracia, del tamaño de un aerogenerador, quiero recordar con vuestras mismas armas que existen los principios, la belleza, las miradas, las conversaciones, los libros, los silencios, la clase media, los fracasados, los mediocres, en definitiva, las personas que aún no saben que son felices, pero quiero que lo sepan y compartan. Que tus adjetivos no son mas que argumentos, que fascista es como llamarme rubio de pelo largo y frondoso, que no me doy por aludido, que no voy a entrar en vuestro juego. Que mi personalidad esta hecha a base de vivencias, no de tutoriales, que podréis con mis hijos, pero no lo haréis conmigo, que podré perder cada día una batalla, pero que solo cuando me rinda perderé la guerra, que si yo no caigo, eso os jode.

Si algo echo de menos es Estilo y Finanzas, la idea original, el haber usado el micrófono para luchar a los cuatro vientos contra lo que llaman nueva normalidad, y contar lo que hace décadas era normal y normalidad, para defender el deporte de caballeros, la educación, la vestimenta, los buenos modales, la amistad, el placer de viajar, de un reloj o de un perfume. Pero de vez en cuando, en solitario, como un bandolero, vuelve, y vuelve por el mero hecho de saciar mi deseo y mi ego, no el de nadie mas, y no quiero seguidores, no quiero me gusta, ni tan siquiera quiero que lo leas, no me importa, simplemente quiero desahogarme y gritar a los cuatro vientos aquello de “no me rindo”.