Amazónico es un restaurante de moda en Madrid (por si alguno piensa que voy a hablar de un club brasileño de carretera) , hace una semana, acudí por primera vez a cenar, la vez anterior había ido a comer con unos clientes. Decir que me parece un sitio mas, con una gran labor de marketing detrás, sería mas de lo mismo, el paraguas era una cosa que ha ido derivando a restaurantes donde “poderoso caballero es don dinero” y “mientras vayan a tontos a pagar el doble” por lo mismo…… que Jorge Juan siga siendo conquistado por Sandro y cia.

Quédense con lo que escribo al inicio del texto entre paréntesis, porque realmente desde esa noche, el primero en confundirlo soy yo.

Si algo puedo permitirme, al no ser crítico gastronómico y no vivir de ello, es que puedo ser políticamente incorrecto, que es la forma diplomática de decir que puedo decir lo que opino, sin miedo a acabar pelando patatas en un bar de mala muerte o recomendando queso belga en un corner de Carrefour. Por lo tanto mi opinión sobre Amazónico es que a la hora de comer es un sitio donde ver a extranjeros de bien, paletos interprovinciales y gente de negocios mas pendientes de quien les ve y hacerse un “selfie” , que de que se come y donde, el objetivo es ver un famoso y contarlo…. Realmente no les culpo, lo que se come en Amazónico es similar a lo que puedes comer en cualquier brasileño mediocre de Sao Paulo o de incluso un pueblo toledano.

Pero la noche es diferente, aquí mantenemos la esencia amazónico de las tardes, aderezado con un señor de dimensiones desproporcionadas en la puerta que pide papeles cual policía fronterizo en el aeropuerto de Texas, pululan también señoritas de vestidos muy ajustados y diversas nacionalidades donde (y esto es cosecha propia) imagino cual “avisador” en serrano para los bolseros y llegada de la policía, esperan a su presa en función de coche, traje o aspecto.

Dentro lleno hasta la bandera, mesas pequeñas donde tratar de comer codo con codo con el vecino famoso o no de turno, oscuro (sala jazz), y ruidoso. Si aguantas hasta las 12, realmente amazónico se transforma en un cabaret o bar de carretera de lujo, donde señores de mas de cuarenta, extranjeros con ganas de pasarlo bien y demás fauna propia de otros locales que no restaurantes, tratan de hacer “su agosto” a precio copa o botella considerable.

Bien por Sandro por crear un local polivalente donde ofrecer espectáculo y lo que cierto público busca, pero prevenidos están, si lo suyo no es el ambiente de Chicago años 20, en la misma calle y hasta en el mismo grupo, tienen el Paraguas, un clásico donde buscar algo mas de señorío, clase y tranquilidad.