Confundir el valor y el precio es algo que a todo buen economista nos han invitado a evitar desde primer día de carrera, el valor de algo es subjetivo, su precio es lo que te dan a cambio de su venta. Hace unas semanas, las redes sociales, ese Ágora venido a menos, se reía de una madre e hija, el objeto de burla la emoción de la hija por recibir un regalo en forma de bolso de una marca mítica Louis Vuitton, tras ver el video (opinar sin ver algo antes es de estúpidos), he de reconocer que en este caso percibí cierto grado de vergüenza ajena, no por el hecho, si por buscar en su difusión rédito, pero dicho esto, y siendo objeto desde por estrellas del rock hasta por políticos reputados el obtener el mismo resultado con publicaciones en redes sociales, defendí a capa y espada la emoción que puede generar en una persona el adquirir un objeto con historia y de culto como un bolso de la marca que nació en el Paris del siglo XIX, y donde el artesano Louis, confeccionaba maletas para viajeros de todo el mundo desde su taller cerca de la parisina plaza de Vendome. 

Mientras miles de asiáticos se agolpan en las tiendas de la mítica marca buscando presumir de status y logo, unos pocos, presumimos de la experiencia de contribuir a comprar historia, artesanía, 1 siglo de historia, el deseo de visitar los que hace décadas fueran los talleres mas respetados de artículos de viaje de todo Paris en Asnières y que ahora es el origen de la mayoría de esos artículos donde hasta el mítico Houdini reusó a escapar del que en aquel entonces era el sistema de cierre mas seguro del mercado, mas de 100 años después, aún se utiliza para sus baúles y maletas.

Para estos clientes, para mí en concreto, el valor de un objeto de una marca como la que estamos haciendo referencia, difiere e incluso está muy por encima de su precio, pese, a que si lo comparáramos con un simple bolso, sería totalmente injustificada. 

Uno que no usa bolso, pero si zapatos, no pone precio al proceso de compra, “doma” y conservación de unos Crockett and Jones o unos Carmina, el valor, la experiencia, el limpiarlos, pulirlos, escucharlos y olerlos… es un acto íntimo que no requiere de bolsas ni logos, solo de intimidad y algo de música de fondo, soñando caminar por distintas ciudades del mundo, para cada vez que los vuelvas a limpiar, colocar en sus calzas y guardarlos, recordar lo que suponen, la historia, en definitiva su valor, que en casos como el que nos ocupa, siempre estará muy por encima del precio. 

Si realmente buscan status, ser vistos, una foto en Instagram con una bolsa, una caja, y piensan que LV es la forma de hacer ver a los demás que tienes mas de lo que realmente tienes, solo lo disfrutarás cuando alguien lo envidie, lo cual nos hace referencia simplemente a algo tan mundano como el precio. 

No envidio a los que presumen de coches deportivos en avenidas de ciudades, de relojes solo en redes sociales, de lugares fugaces como el tiempo en tomar 100 fotos, 1 buena o botellas de champagne de 1000 euros que beben como si de cerveza de barra de feria de pueblo se tratase, para ellos todo es precio, y siempre alguien les vende algo cuyo precio es infinitamente mayor que su valor, para ellos su valor se mide por la envidia que genera en idiotas del mismo nivel intelectual, pero no económico. 

Ya lo dijo Quevedo o Machado, “el necio confunde valor y precio”, no sean necios y valoren lo material e inmaterial en función a lo que ustedes lo disfruten en soledad. 

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