Unos zapatos, un reloj y un abrigo son las tres cosas junto a un perfume que define en esos primeros quince segundos a cualquier persona que se cruce en mi camino. Creo que alguna vez lo he contado, tanto en radio como en este blog, el amor, admiración y cariño por los zapatos lo heredé de mi padre, siempre el recordaré cada domingo mimar y sacar brillo a sus zapatos, unos zapatos limpios eran algo que definía a una persona, unos zapatos de calidad y limpios, hacían que esa persona ocupara al menos en esos quince segundos, un escalón preferente a la hora de tratar con mi padre, y por ende, conmigo. En la historia de los zapatos, y cuando pasados los 24 pude permitírmelo, la primera compra que hice de forma meditada, irracional para muchos, fue la compra de unos mocasines tod´s, la marca de la familia Della Valle, su CEO, representaba todo lo que quería para esa primera inversión en un zapato de lujo, un zapato al que rendir pleitesía cada domingo, y cuidar y mimar, ese nieto o hijo preferido, ese premio a un posible éxito.

El grupo cotiza en bolsa desde hace años, capitaneado por los hermanos Della Valle, y con sede en el centro de la bota italiana, Sant’Elpidio a Mare, desde los años 20, se hacen los zapatos que han sido objeto de deseo de famosos y que han representado la Dolce Vitta, el mar, los yates, el lujo, las noches de verano como nadie hasta el momento ha conseguido hacerlo.

Gominno, todo empezó con ellos “El gommino” con sus singulares suelas compuestas de 133 pequeñas esferas de goma, está realizado artesanalmente. Para realizar un gommino se requieren más de 100 pasos, que van desde el corte a mano de las piezas que darán forma a la estructura básica, hasta la costura de todas ellas. Dependiendo del modelo puede tener más de 35 piezas de piel, y cada pieza necesita ser tratada individualmente, y revisada a mano, antes de ser ensamblada para crear el zapato final. Diseñado para conducir, han sido inspiración de otras marcas que lo han impuesto en la vestimenta de cualquier caballero o dama que se precie en las noches de lino y perfumes suaves y frescos de una cita junto al mar.

Volvamos a mi historia, mis primeros tod´s fueron unos Gominno de piel, zapatos que aún conservo y mimo y guardo cada mes, con grasa, cepillo, fundas y hormas, con el desgaste del paso del tiempo, 22 años tienen, son el símbolo del inicio de una forma de apreciar lo artesanal, la historia, el mito, el zapato, pero no como forma de status, como forma de admiración hacia el zapato, y hacia quien como yo sabe apreciarlos, y es que esa y no otra, es la diferencia respecto a los que usan las marcas como una forma de destacar o infundir respeto, envidia o similar, las marcas en mi caso, deben ser historia, deben tener alma, deben aunar artesanía y algo especial, como el arte, algo que me sugiera una mezcla a cuero y sándalo, desde su web, a su tienda, a su fabrica, al proceso…

Desde ese momento, decidí establecer un rito cada vez que compraba unos, y sobre todo, una promesa, consérvalos por los siglos de los siglos, y tratarlos como mi pequeña colección y obra de arte personal, en la actualidad tengo en mi zapatero 9 pares, que van desde mocasines de piel o ante, gominnos o botas. Todos acusan el paso del tiempo, pero con todos mantengo la promesa de cuidarlos y tratar de que lleguen conmigo al final de los días. Un rito, cuando me los pongo, cuando los limpio, cuando los guardo, cuando los observo, cuando recuerdo donde hemos estado, que ciudades han pisado, y todo, de forma personal, en mi vestidor, frente al zapatero, sin mas compañía que el olor a crema y grasa que uso para limpiarlos, demostrando respeto y amor por algo, que pese a compartir espacio con Carmina, Mr Jonhs, Lottusse y haciendo hueco a mis próximos Crockett and Jones, nunca harán sombra, a la marca que será sinónimo de mi amor por ese objeto llamado zapato.

Esta misma semana llegan otros mocasines de ante de la marca italiana, y otra vez disfrutaré como solo hago con un reloj, los abriré, oleré, probaré, colocaré con cuidado en sus hormas y funda, y volverán junto a mi a ser parte de mi historia, de mis viajes, de mi vida, y sobre todo parte de mi pequeño altar al zapato, mi zapatero.

Solo espero que algunos que tachan de materialista a cualquiera que admira una cosa, aprenda a cuanto menos respetar, el amor que alguno sentimos por ciertas cosas, y aún mas, lo que representan esas cosas, cosas que siempre diré, en ocasiones, tienen alma y no tienen precio.