Todos debemos un respeto a instituciones, a personas, a nosotros mismos. En estos últimos años, un invento mas destructivo que las bombas, guerras o drogas, las redes sociales, la comunicación en formato hamburguesa de 1 euro, el “click rápido”, el marketing de parvulario… han conseguido que millones de personas en el mundo piensen y comulguen con ruedas de molinos diseñadas por alguien que hace unas décadas a duras penas habría vendido agua en el desierto. Y es que los que nos llevan dominando décadas, quieren una sociedad materialista basada en la envidia y el mínimo esfuerzo. Analicemos este país en los últimos 30 años, pasamos de una sociedad de meritocracia donde ser el mejor era el único camino para ser el primero, a una sociedad donde se premia la mediocridad en favor de la mal llamada labor social. Es fácil creerse feo si seguimos los parámetros que nos marcan desde dichas redes, no solo feo, también pobre y mediocre. Ahora mismo hay millones de personas que gracias al arte de estas redes e influenciadores, piensa que es mediocre, que ha tenido mala suerte, que no la merece y que pertenece a un grupo de personas a las que la vida ha tratado mal . Se miran al espejo y tienen sobrepeso, su ropa es de saldo, sus vacaciones no incluyen barco u hotel de 5 estrellas, están solos, su trabajo o estudios son mediocres y su familia no es ningún ejemplo de felicidad en videos de 15 segundos. Bien, hace 30 años, los ricos ya existían, pero aquí la teoría nos decía que para serlo, debíamos estudiar mas, ir mas al gimnasio, comer menos, trabajar mas horas… en resumen esforzarse. Ahora el mediocre social, supone tal porcentaje de la sociedad sobre el resto, el listón lo pone una red social, que hay un grupo de poder que los utiliza para encabezar movimientos que les permitan manejarlos a su antojo. Si eres gordo, nos tienes para no solo aceptar que eres gordo, para celebrarlo y sentirse orgullos de serlo. No importa si te cuesta respirar, tus análisis son propios de un forense no de un médico, a duras penas subes las escaleras o tienes que dormir con un cojín en la espalda… no adelgaces, únete al movimiento, ahora puedes ver modelos de victoria secret que son como tú, gente con sobrepeso, y como ves están orgullosas, aunque acaben siendo diabéticas o mueran de un infarto, en ningún caso se te ocurra comer sano o hacer deporte, hay que estar orgulloso de tener sobrepeso, es más, manifiéstate contra los delgados, los deportistas, la gente sana… no es gente decente, probablemente sean fascistas, además de ser (pongan aquí cualquier insulto)… En el fondo cada uno de ellos vuelve a casa y es consciente de que no puede ser feliz, no por el físico, por su forma física, la salud es importante, y el sobrepeso es un generador de enfermedades, como lo es fumar, drogarse… Tampoco debemos ser los mejores en los estudios, mucho menos en el trabajo, la sociedad actual es de gente no traumatizada que aprueba por decreto, y de trabajadores funcionarios que aspiran a la semana de 5 horas con el mismo sueldo, sumen las personas con sobrepeso y las que no tienen voluntad de estudiar o trabajar si requiere esfuerzo y tendrán aproximadamente el 60% de la población, y una misma bandera, que nadie os haga de menos por no esforzaros, por ser distintos ( a esto lo llamaba mi abuelo ser vagos), votarnos y nosotros os entenderemos. Eres mujer, el hombre es el enemigo, eres hombre, ya sabes que tienes que hacer para no ser lapidado en la plaza pública, no eres de izquierdas, eres un fascista, eres empresario, fascista, te esfuerzas por estar en forma, fascista, te esfuerzas por ser el mejor en tus estudios, empollón fascista, te esfuerzas por ganar mucho dinero a costa de trabajar 60 horas a la semana, no solo eres fascista, eres el que paga la fiesta con tus impuestos, ganar mucho es sinónimo de pagar la fiesta de los que no trabajan nada.
Y alguno leerá todo esto y me definirá saben como … fascista. Creo qué es la mayor denigración de una palabra de la historia, algo tan serio y tan cruel como el fascismo y los fascistas, llevado por unos tipos que representarían mejor que nadie la base de dicha ideología, a ser un adjetivo generalista de cualquiera que no les siga el juego.
Creo en la igualdad, el honor, el esfuerzo, el trabajo, el respeto, en defender al débil, en respetar cualquier ideología o credo, creo en el sacrificio, en enseñar a mis hijos que nada es gratis, que todo cuesta, que no puede tener las mismas oportunidades que el resto si no se esfuerza, que no se las merece si no lucha por ello y cree, que todos no somos ni debemos ser perfectos, que debemos ser felices, que la conciencia es el verdadero termómetro de el ser humano, que debemos pensar, opinar, equivocarnos y nunca rendirnos. Que lo que quieres ser no lo define nadie, lo defines tú, que esto es una pelea constante, que nunca nada es fácil, que debes ser tú, que debes sentirte orgulloso y ser autocritico, y que nunca nadie puede decirte hasta donde puedes llegar ni quien quieres ser.
Y estos tiempos convulsos, de aquelarres mediáticos, de injusticia social, de señalamientos públicos, de mediocridad, en estos tiempos donde no hay que esconderse, donde hay que dar la cara y defender una forma de ser y actuar, he decidido volver por enésima vez con un concepto o filosofía que no se avergüence de tratar de trabajar mas, ganar mas, disfrutar de lo material, creer en Dios, en nuestra monarquía, en nuestra constitución, en luchar, en defender, en tener honor y sobre todo en respetar a quien me respeta y pelear con el que no lo haga. Mi libertad acaba donde empieza la de los demás, pero esos demás deben ser gente libre.
En estos tiempos, el estilo y las finanzas son claves para combatir la mediocridad, y combatirla sin politizar cada comentario, es parte del objetivo para admirar y entender la belleza, aplaudir el esfuerzo y aprender del que lo ha conseguido.

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