Por circunstancias de la vida, en estos meses donde he escrito poco en este llamémosle blog, he tenido la suerte de conducir varios coches de alta gama, coches de mas de 150.000 euros de coste, y mas de 380cv, coches a los que solo acceden ese privilegiado 1% de la población y que todos, en mayor o menor medida, hemos añorado, envidiado o incluso como es el caso conseguido no solo conducir, poseer. En este último episodio no voy a extenderme, hay otro artículo que habla sobre lo imbécil que hay que ser para gastarse un dineral en un coche si tu cuenta personal en cash no tiene al menos un cero mas del coste de ese coche, pero si de mi opinión sobre la realidad de estos “supercoches”. 

Cuando puedes permitirte el lujo durante días de conducir estos coches, los escenarios son varios, el primero es el de ir cada día a tu puesto de trabajo, en este caso ninguno de ellos te dará  ninguna satisfacción, al contrario, potencia y tamaño son un enemigo que puede acabar por sacarte de tus casillas en una ciudad como Madrid, con un tráfico constante y parking donde a duras penas en ocasiones puedes aparcar un smart. Entre todos, el único que podría en caso de una billetera holgada ser ese coche de diario, sería el Taycan, los coches eléctricos son lo mas parecido en suavidad de conducción y cambio a un coche de consola, una verdadera maravilla. 

El siguiente objetivo sería la carretera secundaria, los que somos de Madrid íbamos a “subir perdices” con el copa turbo, o recientemente (10/15 años), subir al Escorial por Galapagar, parando en el valle de los caídos, a día de hoy hay tal tráfico y sobre todo, tal cantidad de radares y policía, que en este caso vuelve ser lo mas parecido a jugar a un juego en la consola donde debes escapar cada dos por tres de la policía, suponiendo que esto no es lo mas recomendable, debes pagar las correspondientes multas, por lo tanto, lo que puedes disfrutar con cualquiera de estos coches en esta situación es cercano a cero. 

Finalmente viajar, decía BMW, “te gusta conducir”, a mi personalmente cada vez menos, será la edad, pero con semejantes coches, me sigue gustando hacerlo, y lo cierto es que una gozada, he viajado a Oporto, a Sevilla, a Logroño, a Pamplona con diferentes coches en este periodo, y lo cierto es que es un placer desplazarse con semejantes vehículos, pero a su vez también lo he hecho con coches que cuestan 4 veces menos, y la diferencia es en muchos caso cero, carreteras con velocidad máxima 120, piso irregular, y una nueva generación de coches en rango 18/35 mil euros que son verdaderas maravillas, no es cuero, no es madera, pero a la hora de conducirlos son verdaderas maravillas con tecnología muy parecida a los grandes coches de lujo, si añadimos que los verdaderos deportivos, ejemplo un GT3, son verdaderas máquinas de tortura pasados los 100 kilómetros, la conclusión fue la misma, me gustan, son en ocasiones cómodos, pero realmente la diferencia es tan pequeña o nula, que una vez mas no merecen la pena.

Con lo cual solo quedaba un motivo, el hedonismo, el dejarse ver, el que hablen de ti, el pasearte en ese rectángulo de ser visto que es en Madrid las calles Serrano – Goya – Velazquez – Ortega y Gasset, con un poquito de Jorge Juan o Hermosilla a la hora de las compras un sábado o domingo, el aparcar, o mejor dicho te lo aparquen, en la plaza de la lealtad, para los No madrileños, la puerta de Alcalá, para que alguien con suerte te vea, y luego dentro de ese bar o restaurante de moda, te identifique con “el tipo del coche de 6 cifras” , para que la gente piense a ese tipo le va bien; o te insulten sin piedad (hacer la prueba y veréis en semáforos la cantidad de gente que te llama desde traficante a gilipollas). 

Por lo tanto mi conclusión es clara, a mis 50, tras haber probado un DB9, y no tener ninguna necesidad de que nadie conozca que coche tengo y cuanto vale, seguiré si tengo la suerte de poder repetirlo, probando estos coches, en viajes sobre todo, pero la realidad es que salvo que tu hedonismo supere o iguale al de nuestro presidente, y siendo personas cabales, un X6 perfomance te va a aportar menos que un Sean León, 364 días de cada año, y con la diferencia, en este caso unos 140.000 euros, podrás comprarte desde una moto a un reloj, unos zapatos, un viaje inolvidable o un traje en uno de los mejores sastres de Madrid, os aseguro que la experiencia no es ni tan siquiera parecida, y mucho menos efímera. Si os sobra el dinero, “grande ande o no ande”, pero si tenéis otras prioridades como es mi caso, con la diferencia me ha dado para un IWC, varios viajes, comidas en restaurantes de los que aún recuerdo su aroma y sabor, perfumes que siguen acompañándome cada mañana, la experiencia de abrigos y trajes en uno de los mejores sastres de Madrid, Zapatos a los que espero uno sobreviva y sobre todo la tranquilidad de saber que esta vez si he hecho lo correcto. Disfruten de lo que mas les guste, en mi caso son tantos mis vicios confesables y limitada mi cartera, que debo priorizar y aconsejarles. 

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