Los veranos siempre me resultan interminables, me generan ansiedad, una mezcla de esperanza de “masas” por la espera de que llegue el día donde comienzan las vacaciones y de ansiedad por una vuelta a la normalidad de un mundo que se paraliza por obra y gracia de unos informativos que abren cada edición, cada año hablando de “ola de calor” e “incendios” , este año nos hemos ahorrado el de la subida del precio de la gasolina y han cambiado por la subida de los precios de la restauración. Por normal general las vacaciones me generan no solo ansiedad, me generar mal humor, exceso de gente, exceso de calor, exceso de desidia laboral y exceso de personas que viven las vacaciones como lo hacía la nobleza y grandes fortunas hace 20 años, en verano se ha democratizado hasta eso, lo cual hace que sea menos apetecible y sobre todo menos envidiable, comparar esas estrellas del cine o nobles en Mallorca, vestidos para cada ocasión con sus mejores galas, fiestas con lo mas selecto de la sociedad, privacidad, paparazzis a cientos de metros subidos a árboles para conseguir una exclusiva que nos permitiera soñar al leer en la playa la revista de turno del corazón. Ahora los propios paparazzi son los pseudo famosos y las revistas las redes sociales, cualquiera puede ser famoso, solo tiene que mentir o conseguir que miles de personas los sigan, ya no hay exclusividad, ya es imposible conocer a esa yet, son cientos, miles, los barcos de alquiler se agolpan en las playas donde cientos de personajes de menos de 30 años se hacen cientos de fotos, que suben a sus redes para poder costearse el barco y sus vacaciones, todos repiten lo mismo, mismo coche, mismo barco, misma playa, misma discoteca, mismo discurso, la mayor afrenta al gusto y la exclusividad, borregos en busca de like que venden estar de vacaciones cuando lo que están haciendo es trabajar cada día para poder pagárselas en busca de marcas que les inviten, insisto, la mayor oda al mal gusto de la historia.
Ni Madrid se vacía ya en agosto, la sierra solo se llena de personas de avanzada edad que pasean tranquilamente al caer la tarde y disfrutan a lo largo del día de un buen puro y un whisky con hielo en el porche de su casa de verano a los pies de la piscina, el reducto de la burguesía madrileña, obviamente nadie los verá, Marbella se llena de chavales buscando deportivos y grabando a turcos en sus barcos y a sus deportivos aparcados frente a los mismos, los rusos se agolpan en los reservados de las discotecas de moda con looks propios de rusos, despilfarrando dinero cual homenaje a el mal gusto. El reducto del buen gusto sigue siendo el norte, y en parte, La Toja sería ese reducto en los reinos del mal gusto, donde aúna el lujo, el buen vestir, comer y sobre todo disfrutar en la mas absoluta intimidad de unas maravillosas vacaciones.
Creo que si fuera rico me iría de vacaciones en Junio y en Septiembre, “antes y después de “, julio y agosto, en Coruña, sin duda, ciudad que aúna esa clase de el norte de los 90 ,y sobre todo, el placer de pasear a la 1 de de la tarde con un pantalón de lino, polo de algodón de manga larga, alpargatas y el periódico del día bajo el brazo. Porque si hay algo mas reñido en el caso de un hombre con la elegancia, es el verano, si a lo largo del año para algunos vale casi todo, en verano se abre una veda al mas absoluto mal gusto, donde mezclar camisetas de publicidad de hace años, pantalones piratas, chanclas y riñonera, junto a un aspecto mas desaliñado, olor corporal propio de alguien que sigue pensando que bañarse una vez a la semana es suficiente, mas esa “colonia” barata para disimular ese olor a sudor, hacen de estos meses, algo poco menos que desagradable. Un último consejo, las uñas de los pies son algo que si van a mostrar, deben cuanto menos cuidar, al igual que los pies, porque no hay nada mas desagradable, vomitivo y que les aseguro me genera autentico rechazo, como alguien con los pies al aire mas propios de un troll que de un humano.
En resumen, entre influencer sin mucha clase y menos gusto, veraneantes de quiero y no puedo, calor, “democratización” de el nuevo rico, el pésimo gusto y peor sentido de el decoro, me declaro, salvo excepciones, acérrimo defensor de aquellos que odian el verano y prefieren el otoño, y lo dice alguien que obviamente no es rico ni puede permitirse hacer cosas que si hacen en verano esos ricos, que siguen manteniendo sus villar es la zona norte de Mallorca, sus veleros para recorrer la costa alejado de cualquier cala o puerto saturado, con servicio y acceso al mejor producto de la lonja o mercado, y con ese grupo de amigos ricos y con buen gusto, que tienen por costumbre al caer la noche celebrar reuniones con jazz de fondo y el olor de un buen habano mientras el único sonido que les rodea es de las chicharras. Para el resto, como siempre, disfruten de lo que les haga feliz, que en el fondo es lo importante, en mi caso, ya queda menos.