Objetivo 2019

Voy a cumplir 47 años, la mitad de 94, edad perfecta para empezar a pensar en morirse y no tener nada pendiente. Por lo tanto me queda la mitad de mi vida, (si pudiera elegir cuando empezar a querer morirme), para hacerlo con los deberes hechos.

Les aseguro que hasta el momento, he hecho casi todo lo que pudiera haber tenido en una lista imaginaria, ahora, toca dejar(me) un bonito recuerdo, y ser algo que merezca la pena ser recordado por mi, un bonito cadáver, un bonito recuerdo, y sobre todo alguien a quien hubiera envidiado un servidor. No se si se habrán dado cuenta, pero desde hace un par de años, si a alguien necesito, quiero y deseo gustar, es a mi mismo, un acto de onanismo, quizá, pero realmente, es un acto liberador, poder tener claro a quien quieres gustar los próximos 46 años, el resto, es simplemente una derivada, que puede ser de mayor o menor agrado, a nadie le amarga un dulce, y si alguien te da su admiración sincera por respuesta, fenomenal.

Mente sana, cuerpo sano, dos cosas que voy puliendo desde hace 2 años, y que espero poder este año culminar con éxito, si el cuerpo, lo he ido cultivando cual pequeño huerto urbano estos últimos meses, la mente, la he dejado de lado, centrándome en el cuanto y no en el como, un error que me ha provocado una ansiedad que para 2019 debo aniquilar.

Lo simple, simplificar las cosas, el leer, el aprender, el cultivar ese músculo que en ocasiones se nos olvida, y hacerlo de la mano de gente que sabe disfrutar el momento. Aquí, mis compañeros y amigos, Rivas, Munarriz y Tomás serán o deberán ser protagonistas, gente de la que aprender a disfrutar la vida y momento, y sobre todo, del Sr Rivas, su sapiencia y saber estar.

Desintoxicación tecnológica, cuanto menos tecnología , mas sano, cambiar tiempo de ocio cibernético, por ocio intelectual, leer mas y sobre todo aprender de lo que leo.

Saber mirar las cosas y personas con simpleza, dejar de lado la complejidad, lo complejo produce stress, y el stress complica todo. Si de algo me he dado cuenta, es que he dejado de cultivar desde hace años el intelecto intelectual (perdón) y he sobreutilizado, el intelecto ejecutivo. No se utilizar mi cerebro para nada que no tenga un objetivo material, eso lo defino como intelecto ejecutivo.

No pensar en nada, ser simple, hace años que no soy capaz de no pensar en nada, mi cultura es empresarial, he dejado de parecerme interesante, soy simplemente resolutivo, un robot bajo nómina, un autómata materialista. Toca cambiar, o al menos alternar. De algo hay que vivir.

Un último compromiso, importante, clave, una petición al Santo de los imposibles, a san Judas Tadeo, no decir palabrotas, conseguir hablar correctamente, conseguir “sonar” interesante, serlo es una segunda derivada que ya les comentaré en 12 meses.

Feliz año 2019. Nos leemos.