El lujo, difícil definir que es el lujo, el lujo se puede apreciar por herencia, por educación o por experiencia. En mi caso, por herencia o educación, el lujo de lo material no fue posible, salvo por mi abuelo, el, dentro de lo que cabe, me enseñó a apreciar los relojes, relojero de barrio de clase baja, por sus pasaban un 95% de despertadores y relojes básicos, pero en ocasiones, las menos, caía en un sus manos una joya heredada, recuerdo como limpiaba y desmontaba esos relojes, los observaba, los veneraba en ocasiones, los limpiaba con un mimo hasta entonces no visto, y finalmente los guardaba hasta devolvérselos a su dueño. Hasta los cuarenta años, no supe que era el lujo, creía saber que era el lujo, pero realmente nada mas alejado de la realidad, confundí lujo con lo que otros me vendían como tal, el lujo lo entendía como algo que deberían apreciar los demás, algo que debería colocar como esa parte alta de la pirámide social, algo que los demás admiraran, algo que despertara envidia, algo digno de ser visto. Me equivocaba, eso es lo que quieren que entiendan, que entendiera por lujo, solo lo disfrutaba si los demás lo admiraban, el lujo de un restaurante, el lujo de un coche, el lujo de un reloj, el lujo de un hotel, el lujo de una marca. La crisis, creo que fue la segunda que sufrí, me despojó de gran parte de esos lujos (solo conservo un Panerai), también de todos aquellos que necesitaran admiraran lo que entendía por lujo.

Como digo, quizá con educación o herencia, me hubiera ahorrado esas dos décadas de lujo mal entendido, quizá, pero también quizá nunca habría llegado a apreciar el lujo como lo aprecio ahora, de no haberlo desperdiciado antes.

El lujo, como el éxito o el fracaso, se debe disfrutar de forma egoísta, el lujo es algo que debe simplemente admirar, desear y apreciar aquel que lo busca y consume, el lujo es un acto de autocomplacencia, de onanismo, de abstracción…

Decía la Srta Monroe que lo mejor de un sueño es el camino que lleva a hacerlo realidad, lo peor, el momento donde se hace realidad. El lujo nunca tiene fecha de caducidad, nunca decepciona, el proceso desde que desea un traje, un reloj, un viaje, hasta que lo hace realidad, lo tiene, lo usa, lo disfruta, lo admira… el lujo es un libro, un lugar, un restaurante, una conversación, una hora de radio. El lujo es limpiar un zapato cada domingo de carmina con piel de becerro y con años a sus espaldas, guardarlos en sus fundas, ponerle sus hormas.. Dar cuerda a un reloj, a mi IWC, mis Panerai, mi Omega, limpiarlos y volver a guardarlos. El lujo es sentarse, abrir un libro, beber un té caliente y acompañarlo de un bombón de godiva. El lujo es pasear de noche por el trastevere de Roma en una noche de Junio disfrutando de esa luz que huye del Led y la claridad y lo apuesta todo por el ocre. El lujo es disfrutar de el descubrimiento de un pequeño restaurante italiano en Madrid donde sirven la mejor pizza y mozzarella del mundo. El lujo es el proceso de vestirse y usar ese perfume de Frederic Malle que te recuerda durante 10 horas algo que pocos pueden o saben apreciar. El lujo es una conversación en una terraza perdida en la costa de Cádiz. Y el mayor lujo de todos, es poder enseñar a otro que es el lujo, que entiendo yo por lujo, y si lo desea, se ahorre el proceso finito o infinito de que llegue un día en que como yo, aprecie y sepa que es el lujo.

Mi experiencia me dice que muchos, la mayoría, no comparten mi opinión de que es el lujo, que lo tachen de materialista, de inalcanzable, de un quiero y no puedo… no me importa, como he dicho, el lujo es un acto de onanismo, donde lo que opinen los demás, salvo que aporte, me es indiferente. Mi abuelo me enseño a apreciar los relojes, mi padre los zapatos, y la vida los perfumes, el vestir, el cuidarse, el comer, el viajar…. la radio. Afortunadamente me queda mucho lujo por descubrir, mucho lujo que enseñar, y espero que alguien al que ayudarle a descubrir, que es realmente el lujo, el origen de Estilo y Finanzas, de esta web, fue precisamente este, aprender, y durante tres años, así ha sido, he aprendido y espero seguir aprendiendo, maestro y aprendiz, de conversación de filosofía, de principios, porque el verdadero lujo, sin duda, son los principios, los de cada uno, los que nos rigen, por los que nos recordaran.