El lujo, la riqueza, el saber estar, las grandes fortunas o los verdaderamente ricos… no todo es dinero. Hace años, cuando empecé en banca privada, los verdaderos ricos, los que envidiaba, eran aquellos que invertían en dos cosas fundamentalmente, hacer crecer su patrimonio y privacidad. Disfrutaban de los mejores restaurantes, hoteles, casas, coches… pero siempre con una premisa, que nadie supiera que podían acceder a ello y que lo estaban disfrutando. El arte, un reloj, un buen vino… todo se disfrutaba en la intimidad y apreciando ese momento. El resto, los nuevos ricos, la farándula, disfrutaba de ese dinero demostrando al mundo que lo tenían y podían gastarlo, nada mas chabacano que tener que demostrar a alguien lo que tienes, y disfrutar de cosas por envidia ajena y no por disfrute propio. La primera década de el siglo XXI fue paradigma de ese nuevo rico, constructor, que disfrutaba enseñando su gran coche y comiendo en los mejores restaurantes de Madrid, despreciando los platos de elaboración, y pidiendo simplemente lo mas caro, sin gustarles, sin apreciarlo, he visto a muchos mezclar un gran reserva de 300 euros con casera, he visto rolex de oro con un reloj digital en la derecha por no saber leer la hora en un analógico, todo esto con trajes de saldos, zapatos de 30 euros y colonia a granel. La realidad es que ninguno disfrutaba de las cosas que podía pagar y compraba, disfrutaba de la envidia que pudiera despertar entre aquellos que lo conocían o conocieran, de sus empleados, de su banquero… pobres infelices, la realidad 10 años después fue la década donde mas dinero se dilapido en menos tiempo en cosas sin el menor de los sentidos, esas cosas, las pocas que realmente valían algo, fueron compradas por los verdaderos ricos, los que disfrutan del lujo exclusivo en su intimidad, de ese lujo silencioso, del verdadero lujo.
Y tras esa década feliz de ladrillo, Porsche 4×4 y restaurantes y marisquerías de lujo vino la crisis, y tras la crisis volvieron otra nueva clase de nuevos ricos, es este caso deportistas y jóvenes “influencer”, se vuelven a ver en las mejores tiendas de ropa comprando cosas que a duras penas se pondría alguien pagando, casas de lujo que destrozan desde una silla comiendo de todo e insultando con esa eterna sonrisa en la boca, donde cuentan su vida durante 24 horas tratando de buscar como los constructores de antaño admiradores, ahora se les llama seguidores y se pueden medir, esperando la aprobación de la gente, comprando deportivos y viajando en yates mientras comen hamburguesas de un euro y juegan a una videoconsola, donde no disfrutan del lugar ni del paisaje, donde su satisfacción se mide en “like” no en su propia experiencia, donde miles, millones de seguidores tienen como objetivo ser como ellos, infelices, frustrados, aburridos…
Pocos saben disfrutar de ese lujo silencioso, pocos ya que menos aún son los que te abren la puerta de su casa para enseñarte como disfrutarlo, molesto, costoso y sobre todo poco productivo. Disfrutar de lo que te gusta y no de lo que gusta, es el primer paso, es posible que te sobre el dinero y el tiempo, es posible que te des cuenta que lo estas malgastando, jóvenes que piensan que solo pueden ser felices comprando, teniendo sexo, de veraneo en un yate y con cuerpos tatuados y esculpidos a base de gimnasio y dudosos batidos energéticos.
Frustración, este nivel de objetivos creado por este grupo de personas, dirigidos por los verdaderos ricos, nos ha hecho llegar al mayor nivel de frustración de la sociedad actual, es tan alto el nivel de lo que nos bombardea a diario, que un joven solo tiene como objetivo ser influencer y en como plan b Onlyfans, tener cueste lo que cueste, y si ambos fallan, ser parte de ese club de jóvenes que vierten su odio sobre cualquiera que se esfuerce medianamente por ser alguien en esta vida. Se acabó la cultura del esfuerzo, el empresario, la persona hecha a si mismo, el rico de verdad, el que sabe y disfruta de un buen vino, una buena ópera o un viaje alrededor del mundo. Dos extremos o mediocre subvencionado o exitoso escaparate de tu vida, la minoría, el resto.
Me gustaría influir en alguien, pero no soy capaz de hacerlo ni con mis hijos, como para dar lecciones, ser rico es algo distinto, el dinero es importante, mucho, pero el rico no es la Pombo o Cristiano Ronaldo o … rico es quien aprende cada día, se esfuerza, disfruta de lo que hace, y sobre todo, lo mas importante, cada día se da un like sin importarle el resto. La clave es ese like, el tuyo, el de cada mañana o noche, el del resumen del día, el de tu aspecto, tu trabajo, tus proyectos, lo que has hecho por los demás. Un like al que sea capaz de sentarse a comer con alguien interesante y disfrute de un buen vino, sea cual sea su precio, lugar o espacio. Un like para el que disfrute conduciendo por una carretera solitaria, un like para quien disfrute de un atardecer desde cualquier parte del mundo… un solo like en tu cabeza, el like mas importante el tuyo, eso es ser rico, millonario, esa es la base de la felicidad, tus like sin importar el resto. Ese like no lo cambiaria por millones, y no quiero que me inviten, no quiero se aprobado o reprobado por millones de personas, es mas no quiero que nadie sepa lo que hago, mi like es clave, me miro al espejo y like, si no hay like pienso como conseguirlo, mi like, no el del resto.
Y esa es la verdadera riqueza, eso es lo que nos lleva a ser felices, eso es lo que tras 51 años he aprendido, no hay nada que me interese que valoren los demás y por ello me haga feliz, nada en modo like, nada en modo virtual, todo eso, el dinero, casas, yates, si no tiene mi like, el de verdad, el de cuando estamos solos antes de dormir en la mejor de las camas o en la mas humilde, ese like es el único que importa, y ese es el que diferencia a un rico de un pobre, ese like es la verdadera riqueza.

Leave a comment