Si gustan, mientras leen este pequeño pensamiento en blog, pongan el video que acompañan de fondo.
Viajar, creo que en mis 48 años he hecho muchas cosas de las que me había planteado como prioridades cuando empecé a tener uso de razón, he tenido cosas materiales caras, baratas, especiales, he tenido experiencias buenas, malas, me he equivocado en innumerables ocasiones, he reido, llorado, he sido padre, marido, he plantado árboles, he escrito muchas cosas que unidas podrían ser algo parecido a un libro, he leído cientos de ellos, y viajado.
Fue hace relativamente poco, años, cuando descubrí analizando mis errores y aciertos en esos 40 años, que lo que había hecho de forma incorrecta y mas me arrepentía era de haber sido un turista y no un viajero, de haber estado en innumerables ciudades, lugares, países, y haberlos devorado como si fuera mi última visita, mi último viaje, donde, por poner un ejemplo, había mezclado un rioja gran reserva con casera y una hamburguesa de una cadena tipo Burguer King en oferta, donde me había dado cuenta, que a diferencia de leer, ver una película o escribir, viajar lo había hecho como solo corresponde a un influencer ávido de seguidores, y no como un viajero ávido de aventuras y experiencias.
Desde entonces, aprendo, aún lejos de ser un viajero, y cerca de lo que es ser turista, pero aprendo, aprendo a dejar a un lado las bermudas y camisetas sudorosas, y descubrir una ciudad elegante como Roma con la clase que merece, a hacerlo de forma pausada, a observar cada piedra, a preparar el viaje, a leer su historia, a buscar esos lugares que pocos conocen, a sentarme y observar, tomar aire, respirar, cerrar los ojos… a hacer esa foto que siempre recordarás, esa que se hace cuando cae la noche, desde un mirador, con la ciudad bajo tus pies. La de la gente, la de las cosas, los olores… Ser viajero es complicado, las prisas, el low cost, se imponen. Se mezcla el lujo propio de un traficante Colombiano, con el placer de viajar, el placer no esta en esos 5 estrellas (o sí, pero no es el fin), en esas camas o habitaciones recargadas, en esas piscinas infinitas, en el todo incluido, en tirarse en una hamaca y compartir como disfruta alguien con dinero del lujo.
El lujo es encontrar un pequeño hotel en una calle del trastevere con vistas a uno de los monumentos de la capital, el lujo es oler por las mañanas un desayuno preparado especialmente para poco mas de 8 huéspedes, el lujo es vestir un traje de lino y unos auténticos mocasines de Tod´s y recorrer el vaticano en una mañana de Junio provisto de un sombrero acorde con el vestuario.
El lujo es ir de la mano de alguien que te enseñe la ciudad, que te muestre sus secretos, el lujo es recorrer y perderse por el centro de una ciudad como Praga en una noche lluviosa, el lujo es no tener prisa, el lujo es pensar en volver, el lujo es no hacer nada…
Desde hace un año, comparto con Fernando programa y mañanas en Viajar con Estilo, de la mano de viajes el corte inglés, me preguntan cuanto cobras, o porqué lo haces, y mi respuesta es sencilla: cobro lo que no pago, que es conocimiento, formación y sabiduría. Solo quien comparta lo que escribo en esta pequeña reflexión, entenderá lo caro que es lo que cobro, el saber no tiene precio, y este programa debería ser una asignatura obligada si existiera la carrera de Caballero o Dama, obligada y necesaria.
Les recomiendo, viajen, pero no hagan como yo y pierdan 20 años desechando maravillosas oportunidades, tachando lugares, poniendo chinchetas en un mapa, viajen sin destino, viajen con tiempo, disfruten del destino, busquen la exclusividad en el donde, no en el cuanto, lean, estudien, compartan, pero háganlo como antiguamente, con un álbum de fotos, un café y a los buenos amigos, o compartiría con miles de seguidores algo único o especial, seguro que no.